¿Qué le pondría yo?
¿Qué le pondría yo?, es la pregunta que nos surge ante el nuevo reto que se nos plantea, acompañar una canción infantil con instrumentos Orff, y es que realizar un acompañamiento no es tarea baladí, porque los recursos musicales a nivel técnico con los que contamos en algunos casos, no son mas que el instinto y el latido del corazón.
Pero en este reto saltamos por encima de las barreras con creatividad, instinto y un poquito de descaro. Si queremos que un caballo trotón trote y que los demás lo vean trotar, lo sientan trotar y les interese saber que pasa con él hay que echarle un poco de
CUENTO (escribo cuento con letras doradas).
Cuento para crear los sonidos que dibujen a este personaje en el aire; Cuento para que una historia sencilla (un caballo que se clava una espina) se convierta en una mini-obra de teatro, en la que nuestros espectadores- actores potencialmente poco atentos, se enganchen. Y no solo se enganchen, sino que además de querer saber como acaba, quieran participar y de algún modo les cale.
Y este pequeño truco vale para caballos trotones (que es nuestro caso), barquitos chiquititos, ratones tontones y para la infinidad de escenas que se plantean, en las que darle vida a los personajes de las infinitas canciones con las que se trabaja día a día, es una herramienta de trabajo habitual.
Una historia se crea a partir de una palabra simple, un juego de sonidos rimados, una pizca de ritmo, mucho buen humor y VOILÁ! Un cuento cantado listo para servir, aprender y sobre todo disfrutar.